miércoles, 24 de diciembre de 2008

Irena Sandler, una heroína anónima

En un mundo en el que las desgracias se ceban en el día a día de los telediarios en forma de tornados, de tormentas, de asesinatos, de accidentes, de violaciones y secuestros, a veces nos entra un soplo de aire fresco por la pequeña pantalla que nos ayuda a comprender mejor el sentido de la vida; a saber que a pesar de tanto mal, existe el bien supremo, y que hay gente capaz de dar su vida por la de los demás.
Hoy ese soplo tiene un nombre propio: Irena Sandler. Desgraciadamente ha tenido que ser su muerte a los 97 años la que ha destapado la historia de su magnífica vida. Una vida sacrificada que salvó a 2.500 niños de morir en manos de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
Los héroes ni nacen ni se hacen, solamente actúan, desde las sombras, sin esperar nada a cambio, porque sus conciencias así se lo dictan; ella simplemente “hizo lo que tenía que hacer, nada más”, según sus palabras. Y en aquel momento de su vida supo que aquellos niños necesitaban de su ayuda… y actuó.
Corría el año 1939; eran los años en que Hitler y su Alemania parecían imparables. Como su ambición imperial. Uno tras otro, los países iban doblando su rodilla ante el poder devastador de su ejército; las blitzkrieg, o guerras relámpagos imponían el nuevo orden mientras los aliados se miraban sin decidirse a actuar. Aquel año, Alemania invadió Polonia, donde trabajaba una joven en unos comedores sociales. Fue en esos comedores donde aquella joven, que respondía al nombre de Irena Sandler, empezó a realizar sus primeras acciones que ya dejaban vislumbrar esa estrella mágica por la que están tocados los héroes. En un ambiente antisemita y cargado de odios y tensiones, Irena comenzó a darle comida y dinero a familias judías perseguidas y a inscribirlos como católicos para evitarles la detención.
Durante tres años ayudó como pudo; sin embargo, el poder de la Wermacht, auspiciado por sus victorias por toda Europa, no hacía sino aumentar la opresión sobre los judíos. 1942 fue un año trágico en la historia de Polonia. En Varsovia se construyó un guetto en el que se apartó, como apestados, a todos los judíos. Tras aquellas murallas murieron, de las maneras más indignas y terribles, cientos, miles de judíos, sin ayuda, solos, olvidados por el mundo que seguía sin despertar ante la cruel barbarie de los delirios de grandeza de Hitler.
Y es en momentos así cuando de las sombras siempre surgen héroes sin nombre capaces de entregarse por los débiles, por los necesitados. Es en momentos así cuando se demuestra que el Bien Supremo, en mayúsculas, existe, como antítesis al Mal Supremo. Y ese Bien Supremo en aquel momento era Irena Sandler.
Contaba Irena, anciana ya, en su Varsovia natal, que su padre le enseñó que las gentes son buenas o malas en función de sus actos y no de lo que tienen; por eso, le decía, “ayuda siempre que puedas al necesitado”. Luchó hasta que consiguió un pase para el guetto del departamento de Epidemiología y así comenzó su labor humanitaria entrando alimentos y medicina y dándoselo a escondidas a los hambrientos y enfermos. Ella, que no era judía, se colocaba cada día sobre su pecho la Estrella de David para poder entrar y no levantar sospechas. Sin embargo, el guetto se llenaba cada día más, y los enfermos y necesitados se multiplicaban; y, por otro lado, estaban los niños, que le rompían el corazón. Ellos eran el futuro, y decidió que era a ellos a los que intentaría ayudar de la manera más insospechada: sacándolos del guetto.
Cada día prometía a sus padres que los sacaría sano y salvo y que los llevaría a lugares donde los nazis no los descubrirían. Y así, comenzó esa difícil y peligrosa tarea. Utilizó los medios más extraños y variados: los sacó en ataúdes; los escondió entre las basuras; abrió pasadizos secretos; les dio pases de salidas falsos aduciendo que tenían enfermedades contagiosas… Y de todos los niños que iba sacando guardaba sus identidades verdaderas en frascos y latas que enterraba en el jardín de la casa de su vecino.
Pero en un espacio tan cerrado, y con el control férreo que ejercía la Gestapo no era raro que tarde o temprano la atraparan. Fueron varios meses los que estuvo encerrada por los nazis, quienes la torturaron para que diera los nombres de aquellos niños y su localización; le rompieron ambas piernas; le rompieron los pies; al maltrato físico se unía el psicológico, pero Irena Sandler, fiel a aquellas enseñanzas de su padre, se mantuvo firme y jamás dijo una palabra. Finalmente, la sentenciaron a muerte. Pero por suerte, la Resistencia finalmente intervino. No podían dejar que aquella mujer que guardaba un secreto tan preciado, que sólo ella sabía, muriera. Y así, compraron al guarda que la custodiaba.
Irena Sandler pudo escapar de su prisión y con la ayuda de la Resistencia huyó del país, no sin antes decirles a éstos la localización exacta de todos aquellos botes y latas donde se escondían los nombres de los niños salvados y donde estaban ocultos cada uno. Cuando se desenterraron, una vez acabada la Guerra y abandonado el guetto, se encontraron 2.500 latas y botes con los nombres de los 2.500 niños a los que Irena Sandler había ayudado a escapar de aquel maldito lugar.
Ayer, Irena al fin pudo descansar en paz. Pero tras de sí dejó un inmenso legado, y la más bonita y edificante historia que se pueda oír. No dudo que habrá muchísimos más héroes secretos como ella, pero ojalá con más frecuencia pudiéramos oír del ejemplo de estas personas para comprender que el mundo no es sólo envidias y males, y que en el fondo, siempre está esa chispa de Humanidad que todos deberíamos encontrar en nosotros mismos.

viernes, 19 de diciembre de 2008

DECALOGO PARA SALIR DEL ARMARIO

1. No hacer una catástrofe del asunto.No puedes saber la reacción que va a tener la gente una vez que 'salgas del armario'. La reacción puede ser buena o mala, pero tú no eres dios y no puedes conocerla previamente. La gente muchas veces sorprende: puede que se encuentre enfadada o avergonzada, pero también caben reacciones de sorpresa, de orgullo por tener un hijo, hermano, o amigo gay o lesbiana, e incluso el alivio de que por fin los hagas partícipes de algo que intuían..
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2.- Realiza una prueba.Prepara una situación relativamente 'manejable' que te sirva de referencia para futuras 'salidas'. Por ejemplo, una buena forma es 'salir' a tu mejor amigo o amiga. Creo que no tiene sentido mantener una amistad profunda si no se comparte una parte tan importante de tu vida, por lo que tal vez merezca la pena empezar por ahí. Además, el amigo puede servir como un pilar o apoyo fundamental para futuras 'salidas'. Díle que tienes que quedar para contarle un aspecto esencial y a la vez complicado de tu vida (o de tu sexualidad) que deseas compartir con él o ella (así se hará una idea de por dónde vas). Observa su reacción. Si se muestra receptivo y con ganas de conocerlo, continúa. Si se muestra esquivo o trata de evitar la situación, tal vez merezca la pena intentar con otra persona (¡o incluso cambiar de amigos!).

3.- Observa las reacciones de los demás.Si la gente reacciona airadamente o de manera agresiva, o no desea escuchar lo que estás contando, no continúes. Están en su derecho de no querer escuchar. Sobre todo, no te pongas a su nivel. Si gritan no grites, si se alteran y se encolerizan, no hagas lo mismo. Gritar no es una buena manera de mantener la mente clara y firme, que es precisamente lo que necesitas en un momento así.

4.- ¿Familia o amigos primero?Es una decisión personal. Hay quien ha empezado por su mejor amigo porque ha entendido que, de otro modo, la amistad no tendría valor, al ser insincera. Pero también conozco a gente que empezó por su familia, porque ha entendido que los que lo han traído al mundo debían estar en mejores condiciones de comprenderlo y aceptarlo. Otros lo hicieron con un hermano o hermana que después ayudaron cuando llegó el momento de contárselo a los padres.

5.- ¿Cómo sacar el tema?Ejem... Parece complicado ¿verdad? Pero puedo darte varias opciones. Puedes plantearlo como te he dicho antes, como algo más o menos formal... 'Tenemos que hablar de algo importante'... pero en la mayoría de los casos que conozco ha surgido 'espontáneamente'. Por ejemplo, una amiga se lo contó a su madre a raiz de un programa de tv. En el programa salían dos lesbianas contando su vida y su madre hizo el típico comentario de: 'mira estas dos... menos mal que tú no eres tortillera... porque tú no eres... ¿verdad?...' El silencio de la respuesta actuó como la chispa de una conversación difícil pero muy fructífera.

6.- ¿A quiénes debo contárselo?En esto no puedo responderte. Cada cual ha de diseñarse la vida que, como gay, desea tener. Tengo amigos que sólo se lo han contado a su hermana. Otros a familiares y amigos pero mantienen su vida laboral completamente 'en el armario'. Y finalmente sólo unos pocos han salido en todas las esferas de la vida...También he de decirte que tu seguridad es lo primero, y es necesario aplicar el sentido común. Por ejemplo, si entre tus amigos cuentas cabezas rapados, ejem..., no creo que sea muy buena idea contarle tus preferencias sexuales. Además, aunque las cosas están cambiando, los sentimientos homófobos siguen existiendo. Hay veces en que conviene 'pasar por' heterosexual, sobre todo en aquellos casos en que pudiera peligrar tu integridad física o tu propia vida. Como dice mi madre, todos los héroes están enterrados...

7.- Ayuda. Si necesitas ayuda búscala y pídela. Has dado ya un paso interesándote por el contenido de esta mini guía, pero tal vez requieras ayuda profesional. En la red aparecen listados de las asociaciones gays más representativas. Todas ellas suelen tener consultorios o asesorías psicológicas que, en un momento dado, pueden ser de una inestimable ayuda, más que nada porque están acostumbradas a ver estos temas un día sí y el otro... ¡también!. Si no tienes una cerca, hay teléfonos de información (por ejemplo, el infogay) donde te pueden aconsejar. Te podría decir también que fueras a un psicólogo si lo necesitas, pero sería bueno que te informaras antes de la opinión del mismo acerca de la homosexualidad, no vaya a ser que intente 'curarte' (salvo, claro está, que tú creas que tiene 'cura').También hay algunos libros que pueden ser de autoayuda, aunque la mayoría están en inglés y no están traducidos. Terry Sanderson (The other way press) tiene títulos muy buenos y trata muchos problemas de la vida gay, desde la salida del armario hasta cómo hacer que las relaciones gays funcionen. De hecho, me he inspirado en uno de sus libros ('Assertively Gay: how to build gay self-esteem') para algunas partes de este mensaje. Y ya sabes que en internet... hay de todo.Otros libros que podrían serte de utilidad son los que tratan de elevar la autoestima o mejorar tu vida psicológica en general, como 'Tus zonas erróneas' de Dyer.También puedes 'chatear' o explicar tu caso en un grupo de noticias, especialmente en es.charla.gay-lesbiana. Comunicar y sacar lo que tienes dentro siempre ayuda. El anonimato puede contribuir a que lo hagas sin tapujos.

8.- Motivos.Examina los motivos que tienes para 'salir del armario'. Saber por qué quieres hacer las cosas puede ser de gran ayuda. Con ello quiero decir que no es lo mismo 'salir' a tus padres porque quieres reprocharles o culparles de algo, que hacerlo porque deseas mejorar tu relación con ellos. Lo mismo puede decirse de tus amigos.Sobre todo TÓMATE TU TIEMPO. Supongo que has esperado mucho hasta llegar a esta situación. A todo gay le llega antes o después 'esa necesidad' de tener que agarrar su vida por los cuernos y hacer algo en lo que respecta a su sexualidad. No pasa nada por esperar unos días, unas semanas o incluso algunos meses más, pensando acerca de uno mismo y acerca de todos los riesgos, pros y contras que puede conllevar el adoptar determinadas decisiones. Sobre todo es importante que te sientes a pensar acerca de lo que puede ocurrir llegada la situación, a fin de estar 'preparado' (para lo bueno y para lo malo) teniendo presente que es absurdo e inútil preocuparse por las cosas que no puedes controlar (como el comportamiento que vayan a tener los demás).

9.- Llegado el momento.Como comprenderás, no puedo responder a esa pregunta. Cada persona es un mundo, y cada 'salida' es distinta. Depende de tu edad y circunstancias. Sin embargo, algunas personas, como dice Terry Sanders, se han encontrado con las siguientes respuestas:
a) 'Nos dices esto para hacernos daño'Ante esta situación ayuda el saber los motivos por los que lo haces. Si éstos son sinceros y basados en el amor, la mayoría de la gente debería estar en condiciones de comprender el dolor por el que estás pasando (al menos con el tiempo). Si no lo hacen, a lo mejor son ellos los que deberían pedir ayuda.
b) 'Seguro que es sólo una fase. Se te pasará cuando conozcas a la chica adecuada.'De ti depende rebatir este argumento y dejar claro que no aceptas lo de la 'fase' y que no es algo pasajero. A veces conviene una cierta firmeza y convencimiento.
c) '¡Ay Señor! ¿qué hemos hecho mal? ¿en qué nos hemos equivocado, Dios mío?'Trata de ser responsable del hecho de ser gay. Hay tantas teorías acerca de las causas de la homosexualidad como autores consultados. Ya sabes: desde el padre ausente hasta la genética. Conocer unas cuantas y dejar claro que no se saben las causas concretas, puede evitar que tus padres se culpen de algo por lo que no deberían culparse.
d) 'Cogerás el SIDA'Ejem... Tus padres y amigos pueden ser informados y educados de la misma forma en que ellos lo han hecho contigo. Es un buen momento para consultar el 'cómo tener sexo seguro' o las estadísticas de contagios del VIH. Quien controla la información controla el mundo...
e) 'Es un pecado... es antinatura... irás al infierno'Pues sí... aún se escuchan cosas de este estilo, por muy cercanos que estemos del tercer milenio. Ante ello, el conocimiento es siempre la solución. Si eres creyente y tu religión se opone a la homosexualidad, hay grupos religiosos que intentan ofrecer apoyo espiritual e interpretaciones modernas acerca de la supuesta prohibición de la homofilia.
f) 'No podemos entenderlo. No nos cabe en la cabeza que dos hombres puedan hacer ESO'Es, tal vez, algo contra lo que tú no puedes hacer nada, pues se trata de sentimientos y prejuicios, fruto del adoctrinamiento de años... Para que te hagas una idea es como si tú te realizaras una representación de tus padres haciendo el amor de manera 'salvaje'. Parece que cuesta hacerse a la idea, ¿no?.Y es que la homosexualidad es parte de lo que tú eres, pero también una parte muy íntima y secreta de tu persona. Igual que no darías detalles de tus relaciones si éstas fueran heterosexuales, no tienes por qué darlos de tus relaciones homosexuales. Eso queda para la privacidad de cada persona (al menos, desde mi punto de vista... cada cual sabe lo que es su intimidad).Lo único que puedes hacer es intentar desmontar sus demonios acerca de la homosexualidad, aportando claridad e imágenes positivas: desde la infinita lista de gays a lo largo de la historia hasta alguna de las películas modernas que abordan el tema de manera desenfadada y sin hacer un drama del asunto. También suele haber grupos de apoyo a padres en las asociaciones.Recuerda que si no aceptan... en último término es cosa SUYA. Les corresponde a ELLOS cambiar su visión. No a ti.

10.- SUERTE