viernes, 3 de diciembre de 2010

La travesura de los duendes

Hace muchos miles de años, un poco antes de que la humanidad existiera, se reunieron varios duendes para hacer una travesura.

Uno de ellos dijo:
- Pronto serán creados los humanos, serán una perfecta obra divina, deberíamos quitarles algo, pero... ¿qué?

Después de mucho pensar uno dijo:
- ¡Ya sé!, vamos a quitarles la felicidad, pero el problema va a ser en dónde esconderla para que no la puedan encontrar.

Propuso el primero:
- Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo!.
A lo que inmediatamente repuso otro:
- No, recuerda que tienen fuerza, alguna vez alguien puede subir y encontrarla, y si la encuentra uno, ya todos sabrán donde está.

Luego propuso otro:
- Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar!

Y otro contestó:
- No, recuerda que tienen curiosidad, alguna vez alguien construirá algún aparato para poder bajar y entonces la encontrará.

Uno más intervino y dijo:
- Escondámosla en un planeta lejano a la Tierra.

Y le dijeron:
- No, recuerda que les han dado inteligencia, y un día alguien va a construir una nave en la que puedan viajar a otros planetas y la van a descubrir, y entonces todos tendrán felicidad.

El último de ellos era un duende que había permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las propuestas de los demás duendes.

Analizó cada una de ellas y entonces dijo:
- Creo saber dónde ponerla para que realmente les cueste muchísimo trabajo encontrarla...

Todos voltearon asombrados y preguntaron al unísono:
- ¿Dónde?

El duende respondió:
- La esconderemos dentro de ellos mismos... estarán tan ocupados buscándola fuera, que algunos nunca llegarán a encontrarla...

Todos estuvieron de acuerdo y, desde entonces, ha sido siempre así:

"El hombre se pasa la vida buscando la felicidad, sin saber que la trae consigo"

Desconocido

miércoles, 10 de noviembre de 2010

La travesura de los duendes




Hace muchos miles de años, un poco antes de que la humanidad existiera, se reunieron varios duendes para hacer una travesura.

Uno de ellos dijo:
- Pronto serán creados los humanos, serán una perfecta obra divina, deberíamos quitarles algo, pero... ¿qué?

Después de mucho pensar uno dijo:
- ¡Ya sé!, vamos a quitarles la felicidad, pero el problema va a ser en dónde esconderla para que no la puedan encontrar.

Propuso el primero:
- Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo!.
A lo que inmediatamente repuso otro:
- No, recuerda que tienen fuerza, alguna vez alguien puede subir y encontrarla, y si la encuentra uno, ya todos sabrán donde está.

Luego propuso otro:
- Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar!

Y otro contestó:
- No, recuerda que tienen curiosidad, alguna vez alguien construirá algún aparato para poder bajar y entonces la encontrará.

Uno más intervino y dijo:
- Escondámosla en un planeta lejano a la Tierra.

Y le dijeron:
- No, recuerda que les han dado inteligencia, y un día alguien va a construir una nave en la que pueda viajar a otros planetas y la van a descubrir, y entonces todos tendrán felicidad.

El último de ellos era un duende que había permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las propuestas de los demás duendes.

Analizó cada una de ellas y entonces dijo:
- Creo saber dónde ponerla para que realmente les cueste muchísimo trabajo encontrarla...

Todos voltearon asombrados y preguntaron al unísono:
- ¿Dónde?

El duende respondió:
- La esconderemos dentro de ellos mismos... estarán tan ocupados buscándola fuera, que algunos nunca llegarán a encontrarla...

Todos estuvieron de acuerdo y desde entonces, ha sido siempre así:
"El hombre se pasa la vida buscando la felicidad, sin saber que la trae consigo"

viernes, 9 de julio de 2010

EL TONTO K NO LO ERA

Se cuenta que en una ciudad del interior, un grupo de personas se divertían con el tonto del pueblo, un pobre infeliz de poca inteligencia, que vivía haciendo pequeños recados y recibiendo limosnas.

Diariamente, algunos hombres llamaban al tonto al bar donde se reunían y le ofrecían escoger entre dos monedas: una de tamaño grande de 50 centavos y otra de menor tamaño, pero de 1 peso.
Él siempre tomaba la más grande y menos valiosa, lo que era motivo de risas para todos.

Un día, alguien que observaba al grupo divertirse con el inocente hombre, lo llamó aparte y le preguntó si todavía no había percibido que la moneda de mayor tamaño valía menos y éste le respondió:
- Lo sé señor, no soy tan tonto..., vale la mitad, pero el día que escoja la otra, el jueguito se acaba y no voy a ganar más mi moneda.

Esta historia podría concluir aquí, como un simple chiste, pero se pueden sacar varias conclusiones:

  • La primera: Quien parece tonto, no siempre lo es.
  • La segunda: ¿Cuáles son los verdaderos tontos de la historia?
  • La tercera: Una ambición desmedida puede acabar cortando tu fuente de ingresos.
  • La cuarta: y la conclusión más interesante: Podemos estar bien, aun cuando los otros no tengan una buena opinión sobre nosotros. Por lo tanto, lo que importa no es lo que piensan los demás de nosotros, sino lo que uno piensa de sí mismo.

MORALEJA: El verdadero hombre inteligente es el que aparenta ser tonto delante de un tonto que aparenta ser inteligente...

Desconocido

lunes, 28 de junio de 2010

Pensamiento de A. Rogers (1931)


Todo lo que una persona recibe sin haber trabajado para obtenerlo, otra persona deberá haber trabajado para ello, pero sin recibirlo..
El gobierno no puede entregar nada a alguien, si antes no se lo ha quitado a alguna otra persona.
Cuando la mitad de las personas llegan a la conclusión de que ellas no tienen que trabajar porque la otra mitad está obligada a hacerse cargo de ellas, y cuando esta otra mitad se convence de que no vale la pena trabajar porque alguien les quitará lo que han logrado con su esfuerzo, eso... mi querido amigo...

...es el fin de cualquier Nación.


No se puede multiplicar la riqueza dividiéndola”.

Dr. Adrian Rogers, 1931


sábado, 16 de enero de 2010

YO TB SOY LAS HIJASDZP

Yo también soy las hijas de Zapatero. Empiezo dejando las cosas claras por si alguien indaga en mi pasado y dice que defiendo a las hijas de Zapatero por motivos personales. Efectivamente, por una parte me parece magnífico que esas chicas tengan las narices suficientes como para no disfrazarse para ir a visitar al presidente de los Estados Unidos.

Sí han leído bien, "no disfrazarse"; para ellas, ponerse un vestido verde, un bolso, recogerse el pelo y subirse a unos tacones hubiera sido como ir a un carnaval, un atuendo que no tiene nada que ver con su forma de ser ni de pensar. Que alguien haga eso demuestra que tiene una personalidad digna de elogio, algo importante dentro del "aborregamiento" general. Y el hecho de que sus padres no las obliguen a cambiar de atuendo para ir a ver a Obama, pues también me parece un dato a favor de los Zapatero (otro asunto el de pedir que se ahora retiren la foto, cuando posaron para el retrato oficial, eso es absurdo).
Pero esta imagen va más allá de todo esto. Lo… iba a decir increíble, pero no, es lo lógico teniendo en cuenta cómo piensa la mayoría de la población, es que los foros de Internet estén llenos de bromas acerca de no sólo la indumentaria de Laura y Alba sino también de su gordura. Sí, son gordas, vale, ¿y qué? Yo, que fui gorda durante toda mi adolescencia y parte de mi primera juventud y además fui gótica, sé lo cansino que es estar respondiendo a cuestiones trascendentales para la humanidad como "¿se te ha muerto el canario?" o "¿vienes de un velatorio?" y también soy consciente de lo complicado que es ser gordo en la pubertad. A ver, es lógico, todo lo diferente marca, llama la atención. Pero, sinceramente, no he visto nunca que nadie se mofe de una chica que pese 45 kilos. Parece que con los gordos hay inmunidad para lanzar insultos, compararlos con los orcos, con ballenas, con focas… decir que parece que la crisis no afecta a su casa porque deben tener la nevera vacía o que mejor no meterse con ellas porque como te den una patada te matan. ¿Por qué nadie elogia que tienen un par de ovarios para ir así vestidas? Ese gesto dice mucho sobre esas palabras que tanto pronuncian los políticos y que ya se han quedado sin sentido: libertad, inciativa, responsabilidad…

Respecto al protocolo, permitan que diga que me parece que esos vestidos son mucho más elegantes que los repollos con lazo a los que nos tenían acostumbrados las hijas de Bush o la misma Chelsea Clinton. ¿Qué es la elegancia? ¿un traje de chaqueta? ¿unos tacones de 13 centímetros? ¿el rosa por encima del negro?
Desde aquí lanzo una consigna y que se apunte el que quiera ¡todos somos las hijas de Zapatero!

* Silvia Grijalba es escritora y periodista. Escribe en el diario El Mundo y actualmente colabora en el programa Dragolandia de Telemadrid.